EISENSTEIN Y LA REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS LABORALES EN EL SÉPTIMO ARTE. “LA HUELGA” (1924). PARTE II.

En su primer largometraje, Sergei Eisenstein aplica sus nociones sobre la manipulación de las secuencias para plantear una problemática puramente jurídica: la de los derechos laborales –o bien la carencia de ellos- del pueblo ruso bajo el sistema zarista. De toda su obra, en la que los derechos fundamentales siempre adquieren especial relevancia, es en su filme inaugural donde el derecho, la anomia en el caso, se presenta como tema central, sostén de toda la historia.

Los ejemplos sobre la temática son innumerables, viniendo a la mente inmediatamente, al  plantear la cuestión, la mítica “Tiempos Modernos” de Charles Chaplin (1935), cuyas imágenes de un Charlot alienado por una “cinta Ford” que lo obliga a ajustar tuercas en forma repetitiva  ya son parte de la cultura popular y configuran un arquetipo de la explotación laboral del  capitalismo moderno. Por su parte, el cine expresionista alemán ofrece en “Metrópolis”, de Fritz Lang (1927), una impactante alegoría en la que una inmensa e insaciable máquina  subterránea denominada, cual monstruo mitológico, Moloch o Baal, es alimentada noche y día por trabajadores sometidos a condiciones infrahumanas a fin de proveer de energía a la ciudad de la superficie, donde vive en medio de lujos una clase dominante que posee en exclusiva el poder económico e intelectual.

Para leer la nota completa, dirigirse al siguiente enlace de la revista “yconsiderando…” N.173. Allí encontrará los enlaces para  visualizar las películas que se hace referencia en la nota.

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EISENSTEIN Y LA REIVINDICACIÓN DE LOS DERECHOS LABORALES EN EL SÉPTIMO ARTE. “LA HUELGA” (1924). PARTE I.

Como el lápiz del escritor, la cámara es un instrumento narrativo que permite documentar contextos históricos, hábitos sociales, problemáticas y dilemas sociocultur a l e s que se presentan en determinado tiempo y lugar. Puede llevarnos a un pasado remoto, reciente, o bien brindar una crónica de actualidad; puede crear un mero pasatiempo para un espectador ávido de puro escapismo, y también optar por desafiar el intelecto a través de relatos en forma de rompecabezas; adentrarse en quizá poco explorados conflictos sociales y despertar debates; puede iniciar controversias que con el tiempo devendrá en pasajes comunes y hasta obligados; puede simplemente retratar un estado de situación, presente, pasado, o advertencia de lo por venir.

El cine soviético es un notable reflejo de ideales y dogmas que se identifican con la revolución de octubre de 1917. Desde este prisma, acude mayormente al colectivismo y no a historias individuales que se inician y cierran con la situación y el destino de un personaje en concreto, estructura narrativa propia del cine occidental.

Dentro de este movimiento, el autor más reconocido fue indudablemente Sergei Eisenstein. Su novedosa teoría del montaje sentó las bases para una narrativa visual que sigue siendo utilizada hoy día a través de los distintos medios de comunicación.

Para leer la nota completa, dirigirse al siguiente enlace de la revista “yconsiderando…” n.172