LOS PACTOS PREEXISTENTES

En el número inmediato anterior (cfr. Y Considerando #172) nos ocupábamos puntualmente del Tratado del Pilar, suscripto en la Capilla de ese poblado bonaerense el 23 de febrero de 1820, tras la batalla de Cepeda, con lo que se inauguraba el período de nuestra Historia Patria signado por los pactos interprovinciales que le dieron sustento institucional a nuestra Nación hasta la sanción de nuestra Constitución Nacional, ocurrida el 1 de mayo de 1853 por parte de la Convención Constituyente reunida en la capital santafesina, a los que -por otra parte- se hace expresa mención en el Preámbulo de aquélla.

Recurriendo a las fuentes de nuestro texto constitucional federal, especialmente a las internas o nacionales (las diferencio de las extranjeras) y en particular a las de naturaleza normativa (las diferencio de las doctrinarias o ideológicas), es atinado pensar que nuestros hombres de 1853 hicieron una verdadera creación a partir de la síntesis; de la síntesis de todos los instrumentos institucionales que la precedieron y que se generaron entre 1810 y 1853, con una muy clara diferencia entre los producidos en el primer decenio de ese lapso y, luego, los aparecidos hasta la concreción de nuestra Ley Mayor, y, en esta oportunidad con una fuerte injerencia de los instrumentos que particularmente nos ocupan.

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