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miércoles 29 de marzo de 2023 - 9:55:35 AM
Asociación de Magistrados y Funcionarios de la Justicia Nacional
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Entrevista: el juez Juan Pablo Auge y sus recuerdos de Malvinas

En ocasión del 40° Aniversario de la Guerra de Malvinas y en homenaje a los veteranos y caídos en la defensa de las Islas Malvinas y el Atlántico Sur, la Comisión de Cultura de la AMFJN, mediante el presidente Federico Causse y el vicepresidente Alberto Giordano, entrevistó a Juan Pablo Auge, Juez titular del Juzgado Federal de Primera Instancia en lo Civil, Comercial y Contencioso Administrativo N° 3 de Lomas de Zamora, quien -es de público conocimiento- intervino en el conflicto bélico.

A vuelta de correo, ha contestado estas breves preguntas, aportando su mirada a la gesta de Malvinas en la que participó y en alguna de sus proyecciones.

– Sabemos que Ud. participó en la gesta de Malvinas en el año 1982. Queríamos saber en primer término dónde y cómo lo hizo.

– En abril de 1982 tenía 20 años, y me encontraba cumpliendo el servicio militar obligatorio desde marzo de 1981 en la Compañía Comando y Servicio de la Décima Brigada de Infantería Mecanizada, con asiento en la ciudad de La Plata. El 2 de abril nos informaron sobre la recuperación de las Islas y en unos días nos ordenaron movilizar a la zona del conflicto. El día 13 de abril llegamos a las islas e, inmediatamente, me destinaron en un lugar próximo a Puerto Argentino (Moody Brook), en el que permanecí hasta que un avión enemigo destruyó todo, quitándole la vida a tres de mis compañeros. Luego del ataque, ocupamos las posiciones del Batallón de Infantería de Marina n° 5 sobre el Monte Williams, hasta después de producida la rendición del 14 de junio.

– ¿Piensa que Malvinas templó algún matiz en su vocación por el derecho y en especial su aspiración como Juez?

– No. Al ingresar al servicio militar, ya había cursado mi primer año en la facultad y en realidad fue mi padre, con su ejemplo y sin proponérselo, quien me contagió su apego por el derecho. Pertenezco a una familia de abogados que ejercieron y ejercen libremente la profesión. Ingresé al Poder Judicial de la Nación en 1986 y soy magistrado desde 2008. Seguramente muchos matices de mi carácter y personalidad guardan íntima relación con mi participación en el conflicto bélico.

– ¿Cuál es su visión del hombre desde Malvinas y cuál de los jóvenes de esa edad, en perspectiva?

– La guerra significó para todos quienes estuvimos en combate un antes y un después. La inconsciencia y la inmadurez de los veinte años desaparecieron en el momento mismo de pisar las islas, y ya nada sería igual. El recuerdo de lo acontecido en esos dos meses, convive con nosotros a diario. Los soldados de entonces pertenecemos a una generación que se desarrolló durante el gobierno militar, en el que no era posible opinar libremente, y el acceso a la información era muy elemental. Al ser convocados a combatir, lo hicimos en el convencimiento de que cumplíamos con nuestro deber, y nos sentimos orgullosos de formar parte de ese universo. Los jóvenes de hoy, tienen una formación muy distinta a la de aquellos, otra libertad de pensamiento y viven en un mundo globalizado.

– ¿Cuáles son las asignaturas que entiende tiene pendientes el Estado para con los ex-combatientes?

– Al regresar de las islas, el Estado Nacional estuvo prácticamente ausente durante una década respecto a la atención de la problemática que afectaba a todos los veteranos de guerra. Era muy difícil la reinserción del ex combatiente en la sociedad, existía discriminación a la hora de ingresar en el mercado laboral, y quien no contó con un ámbito de contención apropiado, finalizó con problemas psíquicos, volcado hacia distintas adicciones, y en muchos casos, quitándose la vida. No hubo un verdadero e inmediato reconocimiento al sacrificio sufrido, y en cambio se nos hizo volver a casa “por la puerta de atrás” ocultando todo tipo de recibimiento. En forma gradual, la atención del Estado Nacional comenzó a gestarse con el otorgamiento de diferentes beneficios sociales (pensiones, obra social, etc.), aunque para muchos, la ayuda estatal llegó demasiado tarde.  Respondiendo entonces la pregunta, entiendo que en la actualidad y para siempre, se debería mantener viva la memoria del significado de lo ocurrido en abril de 1982, como también,  promover el reconocimiento permanente a quienes allí perdieron su vida y a sus familiares, y así tener la certeza de que nada de lo ocurrido fue en vano.

– En su opinión, ¿qué programas de concientización deberían realizarse para mantener viva la gesta de Malvinas?

– La concientización fundamental es la que se transmite en la escuela y el Estado Nacional, Provincial y Municipal deben encarar o profundizar políticas activas en tal sentido. Valoro mucho el trabajo que llevan a cabo los distintos centros de ex-combatientes, dando charlas, incorporando en la agenda escolar diferentes trabajos que captan la atención de los menores, especialmente, cuando se logra el contacto directo con algún veterano de Malvinas. Entiendo que el sentimiento de pertenencia que tenemos de las Islas –para el que hay que seguir trabajando incansablemente-, es el que nos diferencia de los ciudadanos ingleses en su afán por mantener la ocupación en nuestras islas australes. La concientización también debe estar dirigida a lograr que la sociedad toda comprenda las graves heridas que ocasiona una guerra, y que no terminan con las bajas producidas durante las hostilidades, sino que se proyectan en distintas direcciones (sanitarias, sociales, políticas, económicas), de modo imprevisible.